Son los vestigios de mi ser eterno lo que me lleva al vino barato.
Lo
eterno cae, por puro equilibro nomas, en pequeñas y sucesivas muertes. Así como un positrón
energizado positivamente con una carga de 10 Coulomb se precipita sobre una barra de pan francés ( de carga negativa).
Allí donde la gravedad es infinita, en un universo gobernado en su
totalidad
por aceleraciones y su ímpetu, el pensamiento de dobla y redobla sobre
si mismo, colapsa, no va más allá de su propio ser (si es que es, no?).
Los flujos se
detienen y se compactan en una esfera esférica perfecta de densidad
infinita.
Nada va más allá de si mismo.
El problema con los pensamientos es su inmaterialidad, es que
no se sienten. Las viajeros del éter se desplazan sin interacción alguna con su entorno. Y no se
miden, a veces ni por las propias mentes creadoras.
Ídem las ausencias, son por no ser, y viajan lo mismo.
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