martes, 29 de enero de 2013

Verdades Reveladas


''No importa cuanto comas, un tenedor libre nunca sangra.''

Reivindicación de la patada


Hoy salí a andar en bicicleta, me comí un pozo, y se saltó la cadena. La bici, típica del año 1920, poseía una hermosa coraza de chapa alrededor de todo el sistema de transmisión, lo que quedaba muy bonito, pero hacía imposible todo tipo de acceso a la cadena y piñones.
Intenté con un palito, buscando acomodar la cadena a travez de los pequeños agujeritos que habían dejado los tornillos que se habían ido, pero el palito se partió. Intenté con una cucharita que encontré en la calle, pero era demasiado grande para introducirse por la ranura de la carcaza mal armada. Nada daba resultado, ya me había lastimado los dedos y los rayos de Febo ya iluminaban mi histórico marote.
Me frustré, me frustré y patié, y con la patada a la bici saltó la tapa de la coraza protectora y pude colocar la cadena nuevamente. Fue entonces quela luz descendió sobre mí y aclaró mi entendimiento (diría Fierro).
 La patada, siempre bastardeada y mirada con malos ojos por ser signo de desmesura, enojo, ira y pérdida de control mostró su verdadera cara. Si eliminamos todo nexo con los estados de ánimo y los pecados capitales la patada se presenta como herramienta multiuso de gran aplicabilidad, y lo que es más importante, que está siempre disponible, no hay que andarla llevando en pesadas cajas de herramientas.
 Es cierto que el instrumento adecuado para una tarea específica es mucho más efectivo, pero en esas situaciones, quiero decir, en esas situaciones cuasi ideales donde se controlan todas las variables ¿quién necesita ayuda?
Quizás sea poco precisa y con resultados fuera de lo esperado, pero eso se debe a su gran campo de acción, por ejemplo la cadena de la bici, por ejemplo destrabar la rueda del changuito del supermercado que apunta para cualquier lado y me hace chocar las góndolas, por ejemplo encarrilar la puerta del placard que me hace hacer una fuerza terrible sobre una manijita diminuta y me da la sensación de que me voy a arrancar todas las primeras falanges de los dedos.
Sin hablar de que también sirve para ganar millones de euros colocándola al ángulo, o para que esa piedrita no se quede atrás y podamos contarle lo que queramos mientras caminamos.
Los elogios antedichos no son aplicables al manotazo, acción torpe que solo sirve para sintonizar la tele en un día de lluvia.

Ilustra esta reflexión: Chuck Norris.


No se olviden de las Cabezas



Esto es lo que uno se encuentra en el templo budista de Borobudur, en la isla de Java en Indonesia, cientos de budas… cientos de cuerpos de budas.
¿Donde está la última pieza? Las cabezas están, junto con una infinidad de otras manifestaciones artísticas de todas las civilizaciones del mundo, en los museos de Europa. Siempre y cuando esa manifestación artística no haya sido concebida en oro, en ese caso, la obra se encontraría ahora no muy lejos de ese museo, pero en forma de lingotes, y no en una vitrina de vidrio sino en una caja de acero.
Nunca entendí por qué no se reclama todo eso. ¿Acaso no es lícito pedir que se devuelva algo que fue robado?
Parece que junto con las cabezas se hubiesen llevado, también, la memoria.

Resurrección en el ciberespacio


Bueno. Un blog de viaje tiene una vida corta, condenada al olvido y al abandono, al aire polviento y naftalinoso, por una fecha impresa en un ticket de avión.
Y ahora tengo ganas de seguir con este blog, tengo ganas… me dio así como un arrebato, pero ya estoy casi convencido de que todo se construye en base a esos arrebatos, a darles la rienda suelta. Por lo menos en personas escasas de pasiones, de sangre fría, de sábados de ajedrez y de  milanesas de soja.
Sería fácil legitimarme diciendo de que vida es un gran viaje, pero puajjjj. O que todavía sigo el periplo ya que no estoy en Argentina pero eso no es del todo cierto. Así que no, simplemente le voy a dar una lavada de cara y decir que a partir de ahora este va a ser un blog de cosas.