Andaba yo por las
tierras septentoriales de la India y me dijeron:
‘’Allá, arriba de ese
cerro, vive el viejo sabio dueño de todos los minisúper, que te responderá tres
preguntas’’
Y yo pensé: ‘’Tres preguntas no es mucho, pero
frente a la falta de toda certeza es una infinidad, así como el grano de arroz
se siente infinito frente a la nada misma. Tengo que subir ahí’’
Luego de un lento y
penoso ascenso, en el que se me soliaron las ideas, llegué a un salón oscuro y húmedo,
al fondo, el viejo sentado en un cojín más viejo y flaco que él fumaba tabaco
en pipa, lo que hacía el aire todavía más viciado y denso.
-Habla, tienes tres
preguntas.
-Señor Sabio, Cuál es
el sentido de la vida?
El viejo se quedó
quieto, pitó de su pipa, peinó su barba y dijo:
-La vida se preocupa
por encontrarse un sentido cuando es ella misma la que se lo da.
Las palabras del Sabio
no eran muy claras, pero sin perder tiempo:
-Señor Sabio, Dios
creó al hombre o el hombre creó a Dios?
El viejo pitó
nuevamente, su cara se envolvió en una nube de tabaco.
-Dios creó al hombre
para que éste recree a Dios y así asegurarse mutuamente un lugar en la eternidad.
Mmmm algo blásfemo
pero bueno, el sabio es él.
-Señor Sabio, las
empanadas de carne van con pasas o con aceitunas?
El Viejo, sin vacilar
un segundo dijo:
-Aaaaaappppp, a mi no
me metan en quilombo.
Y desapareció.
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