Se hacía saber ‘’ciudadano
del mundo’’, no tanto por pasión a su título sino mas bien porque hacía tanto tiempo
que había abandonado su tierra que ya ni recordaba dónde había iniciado su
periplo, a donde pertenecía, por nostalgia o por legislación.
Gustó de la cultura
brasilera, Samba, agua de coco, bikini, ia tu sabe… Dios se acordó de él, él encontró
su lugar.
Así pasaron los días
hasta que una mañana como cualquier otra, mientras cocinaba su desayuno olvidó
su huevo en el sartén y le quedó crudo (?), armó su sándwich diario y cuando le
hincó los dientes el óvulo de gallina fluyó por toda su cavidad bucal.
Sintió repugnancia y
ganas de vomitar pero cuando se disponía a escupir todo su sangre comenzó a
hervir. ‘’ Una fuerza extrañamente cálida nacía en sus entrañas, se difundía
por todo su organismo y comenzaba a estimularlo y embriagarlo. Sentía un
regusto en los labios; se lamió las mejillas y el bigote. Se incorporó y abrió
la boca para lanzar un gran bostezo, como si estuviera despertando de una noche
de sueño, una noche que lo había tenido hechizado durante varios años. ’’
Recordó que era
francés y devoró el sándwich a la velocidad del rayo.
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