Hace unos días terminé este libro y lo quiero compartir porque es maravilloso. Más allá de la forma recontrarebuscada de contar una historia, el tipo
usa el lenguaje y el idioma en toda su plenitud. La lectura se justifica
solamente con la forma de escribir, más allá de las historias de los personajes.
Es como música hecha con el lenguaje y hace aborrecer todas las traducciones
baratas que estamos acostumbrados a leer.
He aquí un fragmento no publicado:
´´…y recuerdo la delicadeza con la que, en aquella parrillita de la rue
El Chajá, hincabas tus caninos de una blancura límpida y virginal en ese
choripán mariposa que siempre pedias de entrada. A mí me gustaba jugar a
adivinar el momento justo en que esa gotita de grasa especiada aparecería entre
la comisura de tus labios para escaparse en un corto y denso descenso hasta
quedar dura, cual estalactita de colesterol, en el lado derecho de tu barbilla.
Pienso en esa gotita de chorigrasa y me siento feliz por ella y su
bienaventuranza, por la dulzura con la que el destino la ha tratado, porque pienso
que morir en tu rostro es un final mucho más noble que, por ejemplo, escurrirse
entre los fierros de construcción de 8mm de la parrilla y calcinarse en las
brasas o aventarse a un vuelo cuasi suicida por sobre los cortes de asado y
achuras para aterrizar en el delantal del parrillero y endurecerse junto a
otras gotitas viejas que corrieron la misma suerte y ya han juntado restos de
hollín, sudor y algún elogio de otro colega parrillero que ese día había oficiado
de comensal. Pero me entristezco también por esa gotita de pansa redonda y
rellena de triglicéridos, porque pienso que si ese día Garbarino no hubiese
publicitado su superoferta de dos aire acondicionado de 50000 frigorías al
precio de uno el ambiente del ristorante hubiese sido propicio para mantenerla
en estado líquido y que pueda continuar su carrera deslizándose por tu cuello Channel
número 5, escurriéndose por debajo de la blusa y, luego de dibujar una curva
entre tus senos, seguir descendiendo para terminar finalmente absorbida por el
ovillo de pelusa de tres días que venís juntando en tu ombligo y con el que
podrían jugar durante horas enteras una pareja de gatitos persas de escasos meses
de edad…´´
Fragmento de la novela Ranchuela de Julio Crotázar.
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