La libertad de los indonesios para sacar charla en cualquier
situación se transforma en su peor cualidad cuando se llega a un lugar
turístico, y Bali sí que lo es. La isla es una telenovela llena de chicos del
surf dorados por el sol que hacen que la tabla de lavar ropa tallada en mi abdomen
a fuerza de gimnasio y lechuga no arranque suspiros femeninos sino más bien
carcajadas universales.
Los lugareños viven del turismo y son absolutamente
insoportables, te quieren vender hasta lo que no tienen y en las situaciones
más inoportunas, te preguntan si estas buscando una habitación cuando uno
vuelve de la playa con la malla mojada y lleno de arena o te quieren meter en
una oficina para venderte un tour de 4 días cuando uno anda con una mochila de
15 kilos encima. El método también es de
lo menos elegante, la promoción del negocio se reduce, por ejemplo, a cruzarse
en el camino repitiendo la palabra shopping shopping shopping hasta que la
silueta del potencial cliente se pierde en el horizonte. De todas maneras debo
admitir que causa cierta simpatía el hecho de que queden totalmente
desconcertados al no comprender por qué no compraste esa máscara de chimpancé
que estaba tan barata.
Pese a esto Bali tiene sus cosas lindas, la mayoría es de
religión hinduista lo que hace que en cada casa haya un templo y unas
esculturas increíbles. También en las intersecciones de las rutas principales
hay unas esculturas inmensas de seres del mar de lo más estrepitosos. Por la
mañana la gente sale a las puertas de sus hogares, de sus negocios, a su auto o
moto, al mar, a la calle, a todos los sitios, y deja unos pequeños arreglitos
hechos con hojas de palma, flores y alguna comidita a modo de ofrenda, para dar
gracias y pedir que todo vaya bien. Los
dioses son infinitos y están en todos los lados, si uno observa puede ver que a
los árboles más grandes y viejos les han puesto una faldita, la misma que les
ponen a las esculturas de piedra de los dioses.
Una particularidad del idioma balinés es que tiene
diferentes ´´niveles´´, es decir, se usan diferentes palabras en función de la
clase social de quien las pronuncia y/o recibe. Comprender esto permite evitar
situaciones como, por ejemplo, estando en el restaurant 7 estrellas Carlomagnus
Imperator llamar la atención del camarero vía chiflido y gritarle ´´viejaaaaaaa
habilítame una milanga y una de litro´´. O estando en un carrito bondiolero de
la costanera decir algo como ´´disculpe señor chef especialista en los más
refinados cortes porcinos, sería tan amable de alcanzarme la botelia de
extractos especiados´´ mientras se enaltece la nariz y se frunce el culo.
Playa escondida
Ganesha cuidaba el hostel de noche.
Alguna ceremonia desde un puente.
La misma ceremonia a 1 segundo de saltar del puente.
La misma ceremonia a 0,5 segundos de tocar el suelo.
Más arrozales.
Ganesha también nos cuida de día.
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