sábado, 22 de junio de 2013

Hoja al Viento



Las hojas vuelan, ellas tienen un lugar, sienten la nostalgia propia del que anda, anhelan tierra donde descansar, pero el viento sopla.
Buscan a Dios.
El temor es que la lejanía se cierre a sus espaldas.

Sparks


 

Ya todos dieron las buenas noches,
hace rato que el último aroma de café cerró la ventana a las estrellas,
los grillos ya cantaron sus penas, y exaustos de tanto grito, cayeron derrumbados al sueño.

Yo aguardo.
Tengo un sol detras de mis ojos.
A nada de mi estás vos, tu cuerpo confiesa vida con pequeños espasmos en los músculos mas diminutos y mas distantes, como si fueran las chispitas de un fuego de invierno.
Jamás podria haberme imaginado que la dama de la tierra de hielo fuese un fuego que arde en la noche.

domingo, 24 de marzo de 2013

Bruma. El Lobo.



Otra vez, el lobo, Bruma corre, sabe que dolerá.
Más de una vez se dejó atrapar, se dejo devorar, se relamió con su propia sangre junto con la bestia, más de una noche fue su única compañía y se dieron mutuo calor.
Pero hace ya muchos años que está caminando y sabe que eso no ayuda, beber su propia sangre no ayuda, entonces corre.
La bestia es rápida y casi siempre lo alcanza, le clava los dientes y así se queda, doliendo. Nunca lo destroza en pedazos, nunca lo engulle completamente, eso sería una solución, pero el lobo no es de esos que comen carne.
Así se queda, con los dientes clavados en su pierna. Y habla.

Eres puro llanto,
no puedes más que mendigar consuelo,
no atraes ni generas fuego.
Eres solo soledad,
mírate aquí, entre toda esta inmensidad,
¿acaso no te das lástima?
no se te ha guardado otro destino,
solo puedes rogar compañía,
rogar tiempo, hombros, palabras.
¿Besos dices? esos serán por lástima, tan amargos que apenas podrás si soportarlos.
No encontrarás a nadie en ningún lugar, no habrá nadie allí, ¿que no lo entiendes? ¿Alguna vez has visto alguien? Has visitado vientres, tampoco hubo nadie allí.
Esa es tu vida, esa es tu condena. Y tu única virtud.
Has de vivir con ella como una piedra en tus hombros y una corona en tu cabeza.
No tendrás lágrimas para llorarla.
Serás llanto pero sin lágrimas.
Las noches de soledades súbitas, que inundan tu vida y que arrastran con su alud el sol de los otros días han de colmar tu conciencia, tu tiempo y tu trascendencia, han de pudrir tu lengua y manos, tus ojos, tus oídos.
Sé que eres capaz de amor más inmenso, pero eso será una brasa en el fondo del río, tan inerte como la vecina piedra, eso amarás, amarás las piedras, besarás el viento y tocarás ilusiones.
Eres pequeño. Cada vez más.
Eres débil.
Eres mío, acéptalo,
tu único consuelo es un único recuerdo de hace 150 años.

La herida se gangrena y crece, le invade todo el cuerpo.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Gotas

 



Ahora que el invierno ha llegado, y con su blanco manto ha tapado la hierba y las semillas, solo las flores marchitas emergen de la tierra, y como un ejército de cadáveres secos cantan al viento su suerte, que es la misma que la mía.
Los días y las noches son mezclados, grises y silenciosos, pues el viento se lleva las palabras que han nacido despojadas de todo plumaje y que ya no pueden refugiarse en los recovecos de tu cuello ni acurrucarse al amparo de tu pelo.
Y yo te espero como esperan aquellas flores a la primavera, para bañarme en gotitas de agua fresca, para sentir el calor de tus rayos descongelándome la sangre y haciendo fluir nuevamente la savia vital, para que vuelva el color y el aroma, para que el viento brisa, para que el cementerio se vuelva Jardín, una vez más.
Los gorrioncitos volverán en las mañanas a bañarse en mis charcos de agua, volverán a pisar mi tierra mojada, yo tendré agua y azúcar para ofrecerles, a cambio, ellos cantarán su suerte, que será la misma que la mía.
 

Bruma. La Partida.




He de dejarte hombre, vida de hombre, pues no he sido hecho para ti. Me es impensable que algo haya fallado en las manos del gigante, eso no puede ser. Pero... ¿entonces? Si hombre me has hecho ¿Por qué hombre no vivo? ¿Por qué hombre no me haces vivir?
 

Bruma. Despertar.

 



Así la vida entre el arrebato de los mercados polvorientos; de aire amalgamado por especias y pescado, cebo e incienso, grasa rancia y perfumes de rosas; cabras sudorosas por sol o por cuchillo, gallinas revoloteando y corriendo (algunas con cabeza), palomas esperando un momento de la distracción del mercader para lanzarse sobre las montañas de  semillas de lino; me enajenó.
Así el alboroto me enajenó.
Fue culpa del círculo, esa forma geométrica diabólica que es la respuesta más pura a la cuestión más intrínseca del universo. Verme ahí, atrapado para siempre, abatido por la infinidad, hastiado por la monotonía, corriendo siempre tras la esperanza, tras la hechizante e incansable esperanza que perversamente sigue la misma trayectoria, me generó vértigo y náuseas en las tripas.
El camino trazado era suave y promisorio.  Estaba escrito en un libro sagrado que nadie había leído, cuestión menor, eran cosas que se sabían. Era lo que tenía que hacer, era la vida, sin cuestión ni duda.
Pero yo he conocido a las verdades absolutas y su peligro. Yo he visto como ese monstruo se sentaba en tronos de oro con la sangre hasta las rodillas. He visto como embaucaba almas y pulverizaba razones, como se le reía en la cara a Dios, como le ajustaba las cadenas al cuello y lo arrastraba por el barro. Entonces ya no pude dejarme caer, mi propio amor me lo impedía.
Y me detuve. Por un momento sentí que el mundo, rebosante de inercia, me pasaría por encima y me destrozaría todos los huesos.

lunes, 18 de marzo de 2013

Tan tangible





no
palabras
no hacen el amor

hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?

en esta noche en este mundo
extraordinario silencio el de esta noche
lo que pasa con el alma es que no se ve
lo que pasa con la mente es que no se ve
lo que pasa con el espíritu es que no se ve
¿de dónde viene esta conspiración de invisbilidades?
ninguna palabra es visible.

A.P.

Me reconforta el hecho de que, en el caso del espíritu, mente y alma, en toda su invisibilidad e intangibilidad, tienen la capacidad de fundirse unos en otros, y de vibrar al unísono, y de sentir el fuego, y de pulverizar las palabras.