miércoles, 20 de marzo de 2013

Gotas

 



Ahora que el invierno ha llegado, y con su blanco manto ha tapado la hierba y las semillas, solo las flores marchitas emergen de la tierra, y como un ejército de cadáveres secos cantan al viento su suerte, que es la misma que la mía.
Los días y las noches son mezclados, grises y silenciosos, pues el viento se lleva las palabras que han nacido despojadas de todo plumaje y que ya no pueden refugiarse en los recovecos de tu cuello ni acurrucarse al amparo de tu pelo.
Y yo te espero como esperan aquellas flores a la primavera, para bañarme en gotitas de agua fresca, para sentir el calor de tus rayos descongelándome la sangre y haciendo fluir nuevamente la savia vital, para que vuelva el color y el aroma, para que el viento brisa, para que el cementerio se vuelva Jardín, una vez más.
Los gorrioncitos volverán en las mañanas a bañarse en mis charcos de agua, volverán a pisar mi tierra mojada, yo tendré agua y azúcar para ofrecerles, a cambio, ellos cantarán su suerte, que será la misma que la mía.
 

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