Ya todos dieron las buenas noches,
hace rato que el último aroma de café cerró la ventana a las estrellas,
los grillos ya cantaron sus penas, y exaustos de tanto grito, cayeron derrumbados al sueño.
Yo aguardo.
Tengo un sol detras de mis ojos.
A nada de mi estás vos, tu cuerpo confiesa vida con pequeños espasmos en
los músculos mas diminutos y mas distantes, como si fueran las chispitas de un fuego de
invierno.
Jamás podria haberme imaginado que la dama de la tierra de
hielo fuese un fuego que arde en la noche.